Diga Usted

Imaginen si Shakespeare o Kafka o algún otro maestro de la literatura universal hubiera sido muy buen amigo de Susy Díaz y ella le hubiera pedido presentar su libro en algún centro cultural, ellos hubieran dicho maravillas de este libro y la hubieran declarado como un futuro gran ícono de nuestra literatura peruana.

A veces siento que esto es posible cuando voy a presentaciones de poemarios y maestros de literatura de nuestras prestigiosas universidades, decanos, críticos literarios, reconocidos escritores, editores y algún etc., abundan en halagos que se derriten como esculturas de hielo en pleno Sahara a las doce del día, una vez que el muy halagado autor (no puedo decir poeta, ni creador), empieza a leer de su muy halagado libro y los presentes, muchas veces poetas, estudiantes de literatura o simples lectores, nos damos cuenta que las palabras de halago no sólo quedaron grandes, sino que a menudo uno se pregunta si tal vez se equivocaron de autor, se equivocaron de libro, se equivocaron de día, se equivocaron de centro cultural.

Es muy fácil halagar a un amigo, es muy fácil halagar la “obra” de un amigo, pero me pregunto si nuestros actuales maestros de literatura no deberían tener un compromiso con esta generación y las generaciones venideras. Dar pataditas de salida a un amigo hace que tal vez uno se pueda sentir comprometido a hacerlo, ¿pero valdría la pena asumir este compromiso aun si la obra no lo merece? Dar pataditas de salida a escritores que tienen una gran creatividad, amigos o no, salgan de universidades conocidas o no, ¿no es acaso la responsabilidad que un MAESTRO debe tener? no sólo para con el autor, sino también para con los lectores, quienes merecemos textos buenos, creatividad, originalidad, trabajo, etc.


Me pregunto, si yo fuera maestra de literatura, reconocida poeta o crítica literaria y un amigo me presenta un texto malo, no sólo por la falta de creatividad, sino también porque me doy cuenta que es una copia burda de algún ícono de la literatura, podría tener la objetividad, la ética y la sinceridad de decirle a mi amigo, esto no es bueno, busca otro camino, esto no te funciona, prueba esto otro, no publiques eso porque no está lo suficientemente maduro como para hacerlo.

Me pregunto si el “amiguismo” sería más fuerte que mi propia ética, que mi propia estética o mi responsabilidad de no dejar a mi amigo pensando que es uno de los mejores escritores contemporáneos, siendo la burla, con comentarios mal intencionados, de quienes asisten a su presentación.

Diga usted, al momento de presentar un libro, si va a tener la lucidez y la responsabilidad necesarias para que, siendo el libro de un amigo o no, de un escritor conocido o no; sus comentarios sean leales al texto, leales a los lectores, leales a quienes escribimos y creemos en ustedes como influenciadores de estudiantes, escritores y público que estamos buscando calidad.

Comments

viajera said…
Pues como que es un tema espinoso. Sabido es que el mundo editorial es un mundo de argollas.

Por otro lado, me parece que piden el favor de ser presentados antes de que los potenciales presentadores tengan opción a leerlo y la típica respuesta del peruano es: sí hermano. Se comprometen sin saber a que se han comprometido apadrinar.

Es difícil. Lo mejor como lectores es no dejarnos ilusionar o embaucar por esas presentaciones.

Más fiables (aunque no dejan de estar amarradas) resultan las críticas a posteriori de las obras.

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