Nada


No saber de qué escribir es en sí un tema tan antiguo como el mismo impulso de escribir. A tal grado que puede dar verguenza el mero hecho de considerar poner algo sobre el papel al respecto; especialmemente cuando grandes como Mallarmé han dicho sobre el tema tanto tan categóricamente como:

De l'éternel Azur la sereine ironie
Accable, belle indolemment comme les fleurs,
Le poëte impuisant que maudit son génie
A travers un déserts stérile de Douleurs.

Del eterno Azur la serena ironía
Abruma, indolentemente bella como las flores,
Al poeta impotente que maldice su genio
A través de un desierto estéril de Dolores.
(fragmento de L'Azur)
o

Un cygne d'autrefois se souvient que c'est lui
Magnifique mais qui sans espoir se delivre
Pour n'avoir pas chanté la région où vivre
Quand du stérile hiver a resplendi l'ennui.

Un cisne de antaño se acuerda que él es
Magnífico pero sin esperanzas se libera
Por no haber cantado la región donde vivir
Cuando del eséril invierno esplendió el ennui.

(fragmento de Le vierge, le vivace et le bel aujourd'hui)


o acercándonos a nuestras costas, Eielson:

Lo que quiero decir
Es que no tengo nada que decir
Que todo lo que digo
Lo digo solamente
Solamente lo digo
Sin decir nada

(fragmento de Arte Poética)


o más completamente:

escribo algo
algo todavía
algo más aún
añado palabras ++ pájaros
hojas secas ++ viento
borro palabras nuevamente
borro pájaros ++ hojas secas ++ viento
escribo algo todavía
vuelvo a añadir palabras
palabras otra vez
palabras aún
además pájaros ++ hojas secas ++ viento
borro palabras nuevamente
borro pájaros ++ hojas secas ++ viento
borro todo por fin
no escribo nada

(Mutatis Mutandis 10)


Entonces en lugar de escribir uno empieza a dar un paseo por el mundo sin salir de su biblioteca, o en su defecto sin dejar la ventana por la que el mundo entero se ve. Y de pronto, empieza el desfile. Un viejo cano hablando de Ítaca parece hacerle señas, por ratos, a un ciego mas viejo que no deja al pueblo tranquilo. Un fauno barbudo le guiña el ojo rítmicamente a un simpático jovencillo que se deleita en fustigar el trasero de la pléyade de cabezas blancas que levanta su regla escandalizada; mientras que al fondo del bar, recostado sobre la mesa, sonríe un obscuro personaje que dibuja con el dedo gatos y albatros sobre su mesa mojada. Saliendo del bar, nos encontramos con un soberbio mestizo que canta melodioso levantando su sombrero hacia al fauno y atrayendo al mirada de muchos mestizos, aunque hay en el campo un viejo pensativo que no deja sus fuentes , sus iglesias y sus polvorientas tierras castellanas. Decidimos treparnos a un bote y nos encontramos con un anciano espectral que no deja, con su dedo huesudo, a un invitado ir a la boda, por narrarle el castigo sufrido en la mar cuando maltrató al ave marina. Pisamos las islas y a un costado hay un muchacho eterno hablando de corderos y gaiteros y párvulos teñidos de hollín; al otro costado un grupo de amigos se van al campo, uno de ellos con su hermana, el otro con su esposa, que le encanta hablar de historias fantasmagóricas y góticas, y entre ellos, uno con complejo de Casanova que cuenta de una que camina en la hermosura, como la noche sin nubes y llena de estrellas. Al fondo, a lo lejos, distinguimos un teatro lleno que vibra de horror porque un príncipe lejano ha muerto. Volteamos la cabeza y en la otra orilla vemos a un apiñado grupo de muchachos que miran atentos, lápiz en mano, el dedo índice de un viejo conchesumadre con una enorme enciclopedia bajo el brazo. Muchos de ellos han colgado largos papeles en los cables que atraviesan toda la redonda comarca. Y miren, ahí, más abajo, otro grupo de jóvenes, más obscuros y casi todos vestidos de rojo, que han comprado su enciclopedia y su nueva regla mientras los hijos de aquellos muchachos se han dedicado a romperlas y fumárselas, tirados uno sobre otros. Me quedo mirando esta zona baja de altas montañas y recuerdo, por no sé qué razón, a varios ancianos de ojos rasgados y especialmente a uno que contaba del agua brevemente movida por el salto de una rana al estanque. Vuelvo a mirar la zona montañosa, y veo a un puñado de infantes que juegan a quebrar o quemar otra regla, bajo la mirada desdeñosa, aunque airada, de sus padres y abuelos, y primos también. Me quedo pensando y recuerdo, de aquel grupo de amigos que se fueron al campo, aquel con su esposa... recuerdo cuando un día dijo, para siempre recordar:

I met a traveller from an antique land
Who said: Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert. Near them, on the sand,
Half sunk, a shatter'd visage lies, whose frown

And wrinkled lip and sneer of cold command
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamp'd on these lifeless things,
The hand that mock'd them and the heart that fed.

And on the pedestal these words appear:
"My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye mighty, and despair!"

Nothing beside remains: round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare,
The lone and level sands stretch far away.


(Ozymandias de Percy Bysshe Shelley)

Me encontré con un viajero de un antiguo país
Que dijo: Dos grandes piernas de piedra sin tronco
Están en el desierto. Cerca de ellas, en la arena,
Medio hundido, yace roto un rostro, cuyo ceño

Y labio fruncido y risilla de frío poder
Revelan que su escultor esas pasiones bien leyó,
Que aún perviven, grabadas en la piedra sin vida,
La mano que las desafió y el corazón que las alimentó.

Y en el pedestal estas palabras se leen:
“Mi nombre es Ozymandias, Rey de Reyes:
Contempla mi obra, ¡oh Poderoso, y desespera!”

Nada permanece. Alrededor de la decadencia
De ese colosal naufragio, desnudas y sin fin
Las solitarias y llanas arenas se extienden a lo lejos.

Todas las traducciones: Eberth Munárriz

Comments

Anonymous said…
Magnífica traducción del poema de Shelley. Felicidades, Eberth.
Claroscuro said…
Gracias, Paco.
Muy bueno tu blog! Es sorprendente cómo lo has organizado. Lo agregaré a nuestros links de blogs literarios.
Saludos,
Eberth

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